Rwanda/Ruanda

Conrow Rider
Rwanda (Ruanda)
impresión digital en vinilo, 140x250 cm. 2008
click en la imagen para ampliar

Ruanda es uno de los países más pobres del mundo. La media de ingresos por persona es de 330 euros al año, que suponen menos de 28 euros al mes, menos de un euro al día.

El colectivo artístico neoyorkino Cornrow Rider presenta la vergüenza de esta situación con la máxima economía de medios y desde una perspectiva tan directa, tan sintética y racional que hace que los problemas profundos de nuestro mundo sean imposibles de obviar. Contraponen la pobreza, la desnutrición, el genocidio, el dolor que emanan de la palabra Rwanda con la imagen de un crucero, un armazón titánico donde un puñado de privilegiados disfruta de un tiempo libre comprado con el dinero que les sobra. La economía de subsistencia, siendo muy optimistas, de miles de personas en Ruanda se coloca junto a la la vida lujosa y despreocupada de la élite minoritaria. La igualdad.

Al contraponerlo, los Cornrow Rider obligan a plantearse si existe una relación de causa efecto, si los excesos, los lujos, los privilegios de la élite son los responsables de la miseria de la mayoría, pero no opinan, no ofrecen una conclusión subjetiva, se limitan a mostrar la realidad, a mostrarnos dos realidades que conviven, la de quienes no tienen nada y la de quienes tienen demasiado. Dos realidades que explotan al situarse una al lado de la otra, contradictorias, inhumanas, vergonzosas, pero que existen. Dos realidades de las que no se puede escapar, y que lo cuestionan todo.

11 comentarios:

Anónimo dijo...

Como adivinanza o ejercicio/denuncia de catequista me parece bien, pero como obra de arte la encuentro penosa.
:D
No te ofendas, pero pienso que a la mayoría de las obras que destacas en tu blog les encaja bastante bien este texto:

"(...) la nueva burocracia de curadores y teorizadores convierte a los artistas y sus obras en pretextos intercambiables: tanto da uno como otro, porque lo verdaderamente importante es el guión curatorial. Hoy proponen una “reflexión” sobre los efectos de la deforestación intensiva o la situación de la mujer, y mañana llamarán a “investigar” o “explorar” los procesos de legitimación artística, el calentamiento global o el comportamiento del mercado de arte. Es evidente que toda la miga del asunto está en la convocatoria. (...)"

-extraído de aquí:

http://anxova.blogspot.com/2009/03/un-texto-de-daniel-perez.html

Saludos!!

j. aguilera dijo...

No esperaba otra cosa de ti.

No se hasta que punto ese fenómeno está extendido, pero tienes que reconocerme que el discurso que esta imagen contiene no me lo he inventado yo: un barco de lujo junto a la palabra Ruanda.

Puedes no compartir ese discurso (aunque lo veo dificil, porque desde luego es una verguenza), y desde luego puede no gustarte la imagen porque su lenguaje no te interesa, pero es obvio que el discurso es ese.

Por otro lado, la gente como tu y como Anxova defendéis la primacía del artista, y yo opino que lo único que importa es el espectador. Que los curadores contraponen su propio pensamiento al arte? Los curadores no, cualquier espectador lo hace. Basta con leer, por ejemplo, a Hugo Munstemberg (filósofo y psicólogo), que estudia el proceso psicológico de emoción ante el cine (y que es perfectamente extrapolable al resto del arte). Sencillamente, para emocionarnos necesitamos implicar nuestro propio pensamiento y nuestro propio bagaje.

Anónimo dijo...

No digo que el discurso que pretende hacer de ese póster una obra de arte te lo hayas inventado tú. Lo que digo es que me parece un discurso trivial. En tus propias palabras: "un barco de lujo junto a la palabra Ruanda".
(Te conformas con bien poco!! :)

Ya de mano no veo muy claro que de la palabra "Rwanda" EMANEN "la pobreza, la desnutrición, el genocidio, el dolor"... eso no sería muy distinto a ver a un guiri decir que de la palabra "España" emanan los toros, la alegría y el flamenco, o si me apuras, la Guerra Civil.
"Ruanda", como país africano inmenso y lleno de gente digo yo que tiene derecho a "emanar" muchas más cosas, algunas incluso positivas, ((por ejemplo unos paisajes bellísimos que seguramente también tendrá, -y a donde también puede que vayan de safari los ricos del barco))... salvo que queramos identificar el nombre del país sólo con las ideas tipo "genocidio".
En tal caso pienso que hay obras-denuncia mucho más comprometidas y meritorias, como por ejemplo una expo que ví en Barcelona hace unos años sobre Ruanda de Alfredo Jaar, a cuyo lado esto de los cornbow riders resulta francamente superficial.
Y conste que nada de esto lo digo como "defensor de la primacía del artista" -que quizás lo soy sin saberlo- lo digo como ESPECTADOR que utiliza sus emociones, su bagaje y su pensamiento para discernir las obras superficiales y mediocres de las brillantes

(...lo mismo que tú haces con las músicas que escuchas :D)

j. aguilera dijo...

Bueno, yo lo veo al revés. El discurso no es trivial, es trascendental, porque confrontar algo tan sencillo como la pobreza extrema y la riqueza extrema tiene unas connotaciones enormes.

Desde luego que la palabra Ruanda EMANA. Emana porque la mayoría del público, aun dentro de los elitistas círculos del arte, tiene un conocimiento casi nulo de la realidad del país, salvo por su conocimiento a través de los media. Y Ruanda prácticamente solo ha aparecido en los media en los últimos años como ejemplo de la pobreza dramática del áfrica subsahariana y como campo de batalla para del genocidio hutu tutsi. Y si profundizas, te encuentras con la guerra del coltán y la desestabilización de Kabila en RDC, que pone los pelos de punta. Vamos, que el mundo es así, en Ruanda no hay paisaje.

Ahora bien, la forma que aqui se da a ese discurso es desde luego trivial, y no canaliza reflexiones demasiado elaboradas sobre la cuestión. Es simple, consigue un efecto potente pero poca profundidad. Aqui se prefiere la dimensión pragmática, y Para mi eso también tiene un valor, y por eso muestro la imagen. Desde luego, hay otros artistas que abordan la misma cuestión con una mirada más aguda, comparto con tigo el interés por Jaar (algo un tanto sorprendente, porque el trabajo de Jaar en ocasiones se presenta con tintes de instalación, que no hacía en tu estilo)

Anónimo dijo...

:D
Para sostener que la obra no es mediocre ni su discurso trivial, lo enriqueces con un grupo de alusiones -(hutus/tutsis, la guerra del coltán, Kabila en RDC)- ...que en la obra no aparecen ni por asomo!!
Si por sistema vamos a hinchar los discursos de ese modo, entonces poco importa que la FORMA de la obra en cuestión sea preciosista como "El Quijote" o "simple" y de efecto potente como un catálogo de Media Markt ;D
Eso es lo que veo chocante de tu actitud hacia el arte: ¿al último ganador de OT también deberíamos valorarlo por su simpleza y dimensión pragmática, indudablemente superior a la de Bach?

j. aguilera dijo...

La comparación no es adecuada, la buena es si a Philip Glass deberíamos valorarlo por su simpleza y dimensión pragmática, indudablemente superior a la de Bach.

Porque dentro del arte que yo tengo capacidad para apreciar entran cosas con una elaboración formal más densa, como Bach, pero también otras cosas que evocan otro tipo de sensaciones utilizando la simpleza, como hace Philip Glass.

MBI dijo...

Fiasco tiene razón en algo tan esencial, para el arte, que es: que el arte que está aquí hoy, no puede ser el de antes.
Ruanda está en un plano real tb lo está el crucero de lujo.Se unen.
Y pueden cortacircuitarse por un artista o por un farsante. Para saberlo necesitamos más obra del autor...(nada que ver con + o - simpleza)

Anónimo dijo...

:D
MBI: Me caes bien, pero mentiría si dijera que comprendo lo que dices.
Cuando vas al cine y la película resulta ser un cayo ...¿necesitas ponerte a ver las demás películas del autor para poder decir "la película fue un cayo"?
Pienso que la tradicional afectación al hablar de arte es una rémora de la que nos debemos liberar. Los bodrios abundan en el arte tanto como en el cine.

j. aguilera dijo...

Me gusta, MBI, como empleas la palabra cortocircuito, muy aguda

MBI dijo...

Comprendo a Brasas, a mi tb me cuesta entender lo que el instinto y la intuición me dictan en materia de arte, y la enorme dificultad con que me encuentro al traducirlo en palabras, es cierto, resulto confusa. A esto ayuda mi empecinamiento en querer ser parca en palabras. Cuando voy al cine la película dura lo suficiente para saber que es un cayo...no tengo dudas, pero no siempre las películas están tan definidas, todo buen cineasta puede hacer un cayo y sin embargo dejar entrever cierto talento.

Exacto Fiasco "cortocircuito" era la palabra clave de mi opinión.

Me expreso de nuevo:
El arte contemporáneo no puede ser "comparado" con parámetros de épocas pasadas, me parece totalmente inútil. Arrastrarlo hasta allí para comprenderlo es hasta necesario, en materia de estudio, pero no en valores comparativos. Puede ser revisado su trayecto pero el viaje sólo tiene billete de ida, el de vuelta ha caducado.
El crucero a Ruanda esta en el mismo plano real y contemporáneo que el del artista que ha pensado la obra y que el país que acoge anacrónicamente al turista.
Esa realidad a veces es "mágicamente iluminada" por un artista o simplemente oportunistamente manejada por un mal artista... un cortacircuito puede ser interpretado con talento de ZAS! o con torpeza de Glup!
Una obra suelta, de carácter conceptual, de un autor o es deslumbrante o yo necesito más, ver más. Si tengo que tomarla aislada como denuncia moral de catequesis me asquea... si esta acompañada de un desequilibrio convincente en el plano artístico y se sostiene… No puedo decir que a mí, personalmente me seduzca la obra. Pero…

j. aguilera dijo...

Hola a ambos. Se me había colado tu último comentario, Brasas.

En mi caso, cuando veo una película que no me gusta lo asumo y si tengo que explicar a alguien el motivo lo argumento desde una perspectiva subjetiva. Pero, por otro lado, en algún caso me ha sucedido que al probar un artista, director, actividad o bebida no me ha gustado porque su recepción espontánea no me ha llegado, pero un tiempo después, profundizando un poco más, he aprendido a cogerle el punto. Supongo que cualquiera que beba café sabe a lo que me refiero. Eso es malo? Es mejor un director que me gusta el primer día que uno que me gusta el tercero?

Lo único que me gustaría sacar como acuerdo es que me parece fantástico que no os gusten CR, o el BLF o cualquier otro artista que trabaje en el llamado ámbito conceptual; me parece muy bien, pero no podéis encontrar ningún argumento para descalificarlo más allá de lo subjetivo: no existen normas absolutas.